Una lámpara incandescente consta un filamento de tungsteno (wolframio), metal que tiene una temperatura de fusión muy alta, es decir, que necesita altas temperaturas para fundirse. Este filamento se encuentra dentro de una ampolla de vidrio sobre la cual se ha hecho el vacío, ya que en contacto con el oxígeno el metal entraría en combustión (la ausencia de oxígeno hace que no se inflame). En la ampolla se introduce, generalmente, gas argón que evita el rápido deterioro del filamento y aumenta la vida útil de la bombilla. El filamento está conectado a la base de la lámpara, de forma tal que cuando hacemos pasar corriente obtenemos luz por sobrecalentamiento del filamento (efecto Joule).
Si se rompiese la ampolla de la bombilla y el filamento entrase en contacto con el oxígeno, al pasar la corriente se fundiría la bombilla. Pero si, como hemos visto en algún experimento de televisión, introducimos la bombilla rota en una atmósfera de gas nitrógeno, la bombilla funcionaría ya que no entra en contacto con el oxígeno y no se quema.
Esto queda muy bien explicado por vuestros compañeros en el Blog A Debate: Álvaro Montoya y Antonio Reyes que, no sólo lo explican si no que también dan unas buenas referencias; Pablo Estévez, en su segundo comentario, que os remite a un vídeo de Youtube; y Andrea Hernández, aunque se le ha olvidado poner las referencias.